TEORÍAS PSICOANALÍTICAS
Las teorías psicoanalíticas explican el comportamiento humano en términos de la interacción de varios componentes de la personalidad. Sigmund Freud fue el fundador de esta escuela de pensamiento. Freud recurrió a la física de su época (termodinámica) para acuñar el término psicodinámica. Basado en la idea de convertir el calor en energía mecánica, propuso que la energía psíquica podría convertirse en comportamiento. La teoría de Freud le da importancia central a los conflictos psicológicos dinámicos e inconscientes.21
Freud divide la personalidad humana en tres componentes importantes: El ello, yo y el superyó. El ello actúa de acuerdo con el principio de placer, exigiendo la gratificación inmediata de sus necesidades independientemente del entorno externo; el yo entonces debe emerger para cumplir de manera realista los deseos y demandas de la identidad de acuerdo con el mundo exterior, adhiriéndose al principio de la realidad. Finalmente, el superyó (conciencia) inculca el juicio moral y las reglas sociales sobre el yo, forzando así las demandas de la identificación a cumplir no solo de manera realista sino moral. El superyó es la última función de la personalidad a desarrollar, y es la encarnación de los ideales parentales / sociales establecidos durante la infancia. Según Freud, la personalidad se basa en las interacciones dinámicas de estos tres componentes.22
La canalización y liberación de energías sexuales (libidinales) y agresivas, que surgen de los impulsos "Eros" (sexo, autopreservación instintiva) y "Thanatos" (muerte, autoaniquilación instintiva) respectivamente, son componentes principales de su teoría. Es importante tener en cuenta que la amplia comprensión de Freud de la sexualidad incluye todo tipo de sensaciones placenteras experimentadas por el cuerpo humano.
Freud propuso cinco etapas psicosexuales de desarrollo de la personalidad. Él creía que la personalidad adulta depende de las experiencias de la primera infancia y en gran medida determinada por la edad de cinco años. Las fijaciones que se desarrollan durante la etapa infantil contribuyen a la personalidad y el comportamiento de los adultos.
Uno de los primeros socios de Sigmund Freud, Alfred Adler, estuvo de acuerdo con Freud en que las experiencias de la primera infancia son importantes para el desarrollo y cree que el orden de nacimiento puede influir en el desarrollo de la personalidad. Adler creía que el niño mayor era el individuo que establecería metas de logro altas para ganar la atención perdida cuando nacieron los hermanos menores. Él creía que los niños del medio eran competitivos y ambiciosos. Él razonó que este comportamiento fue motivado por la idea de superar los logros del primogénito. Añadió, sin embargo, que los niños del medio a menudo no estaban tan preocupados por la gloria atribuida a su comportamiento. También creía que el más joven sería más dependiente y sociable. Adler terminó por conjeturar que a un niño solo le encanta ser el centro de atención y madura rápidamente, pero al final no logra ser independiente.
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